14/2/09

Episodio VII: “Apocalípticos contra integrados”


(en donde, después de un breve repaso de la situación, se vislumbran las teorías pedagógicas del abuelo Strómboli, mamá se despide de su soñada lipoaspiración, papá está hecho pupa, reaparecen viejos rencores paterno-filiales y el Cachafaz vuelve a robar cámara)



La cena de la que fuimos testigos en el capítulo anterior bien podría ser la última de la familia, al menos tal como la conocemos, a juzgar por el calibre de las noticias dadas por papá (lo echaron del trabajo) y por el abuelo Strómboli (¡tiene novia, tiene novia, liru – liru!)
Desde el punto de vista de mamá, es difícil dilucidar cuál de las dos noticias le cayó peor al hígado. “Bueno”, piensa mientras se da una ducha fría para aclarar el pensamiento, “lo del trabajo puede arreglarse, el Pichu tiene buen currículum”. En lo otro, conociendo a su padre, no quiere ni pensar.
Han pasado varios días desde aquella última cena. La nena volvió a salir con Sebastián, quien le perdonó aquel momentáneo desliz con su ex-mejor amigo. Dante y Lautaro han comenzado a hacer buena letra en la escuela, después de una amorosa charla con mamá y, también, hay que decirlo, de una solapada amenaza de degüello por parte del abuelo Strómboli, quien aboga por métodos pedagógicos simples pero efectivos, como, por ejemplo, el Triple C: Cada Cagada un Cachetazo. Papá, bueno, el pobre papá está muy deprimido y se la pasa haciendo zapping. El lector sagaz opinará que cuando no está deprimido, papá también hace zapping. El lector será muy sagaz pero no sabe nada de hacer zapping: el “zapping depresivo” es absolutamente distinto del zapping exultante y vivaz producido por una persona a quien, por ejemplo, no le pegaron un patadón en el tujes después de dieciocho años de servicio sin faltar un solo día. Cosas de la globalización posmoderna: la empresa decidió mudar la planta a Bangkok, donde los tailandeses se vuelven chinos trabajando mucho más por mucho menos, para alegría y beneplácito de señores que visten espléndidos Armani y fuman esos espléndidos Montecristo cuyo único defecto es haber sido fabricados amorosamente a mano en la también espléndida pero insolente isla de Cuba.
Con un escalofrío, mamá cierra la canilla y sale de la bañera. Antes de envolverse en el toallón, se dirige al espejo de luna entera que está frente a la puerta del baño, y contempla su cuerpo desnudo. De firme y fibrosa arquitectura que resiste bastante bien el paso del tiempo, le harían falta sin embargo, según el ojo crítico de mamá, unos toques de bisturí aquí y allá, más allá que aquí, reflexiona mirando su trasero por encima del hombro. Mamá suspira: las posibilidades de hacerse una cirugía estética son inversamente proporcionales al ingreso de fondos a las arcas familiares. Ingresos que actualmente han sido reducidos a cero por el aleteo de algún bicho en Bangkok. De aquellos aleteos, estos huracanes: o el mundo es muy pequeño o el bicho es muy grande.
Papá está en el living, haciendo zapping, claro, como ya habrá adivinado el lector. Pero a no dejarse engañar por su aparente estado catatónico. La impasibilidad externa de papá no condice con lo que sucede en su interior. Por dentro, este hombre es un hervidero de opciones y posibles cursos de acción. Mamá lo leyó hace años en “Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus”: los hombres, esos marcianos, cuando están en problemas se encierran en el capullo de la depresión. Esa larva lamentable que desde hace días no hace otra cosa que mirar sin ver partidos de ping pong, carreras de cucarachas y campeonatos de jiu-jitsu, saldrá, tarde o temprano, convertido en mariposa de poderosas alas o en cualquier otra clase de bicho volador. Mamá sabe todo esto, sabe que al hombre hay que dejarlo tranquilo, sabe que hay que dejarlo hacer su proceso de crisálida, sabe que no hay que interrumpir el delicado y complejísimo runrún interior de su marido, pero igual va, se le planta directamente enfrente y le espeta:
- ¡Pichu! ¿Cuándo te vas a decidir a hacer algo? ¿Qué querés, que nos coman los piojos?
Papá la mira sin ver. Se rasca la barba de tres días, clava la vista en la pantalla y dice:
- Dejame en paz.
El profundo y edificante diálogo es interrumpido por el Cachafaz, que viene seguido de Don Strómboli. El Cachafaz tiene la lengua afuera, el abuelo Strómboli también.
- Epa, che, que caras largas... No saben lo lindo que está el día. Con el Cachafaz nos fuimos hasta...
- Papá: callate por favor.
- ¿Qué pasa? ¿Es por el asunto ése del trabajo de...?
- Sí. Es por el asunto ése – mamá lo mira furiosa.
- Pero hija, no te hagás tantos problemas. Yo tengo una buena jubilación, para comer no nos va a faltar...
- ¿Ah sí? ¿Y con tu jubilación vamos a pagar la cuota del auto, la escuela de los chicos, el viaje a... Galicia? – mamá subraya la palabra “Galicia” y mira acusadoramente a papá, quien pone una inmejorable cara de gallego.
- Bueno, claro, pagar todo eso, no. Pero pueden vender el auto, con eso pagan lo que queda del viaje. Los chicos a la escuela pública...
- ¿ la escuel... públ...? ¡Ah, no! ¡Eso sí que no!¡Yo no voy a rifar el futuro de mis hijos, ni loca!
- ¿Qué tiene de malo la escuela pública? Yo estudié ahí, y mirame... – el abuelo se señala a sí mismo.
- Eso. Te miro. ¿Y que veo?
- Un tipo digno, con ideales. Que nunca se vendió, eso ves.
- Ideales... ideales... ¿para qué sirven los ideales a la hora de pagar las cuentas, eh?
- ¡Los ideales sirven para no venderse por chucherías ni vidrios de colores!
- ¡Viejo comunista! – acusa mamá con un insulto típico del siglo XXI.
- ¡Tilinga burguesa! – replica el abuelo Strómboli desde el siglo pasado. Más exactamente: desde mayo del 68.

Corte a primer plano a la cara, de alguna manera hay que llamarla, del Cachafaz, que ha estado mirando alternativamente a padre e hija, siempre con la lengua afuera. El Cachafaz se hace cargo de la situación, mete la lengua, cierra el hociquito y escurre las orejas, que es la forma que tienen los perros de ponerse serios; después mira directamente a cámara y levanta varias veces las cejas , como diciendo: ahora viene lo peor.

Continuará

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